miércoles, 14 de septiembre de 2011

¿Otro día más?

A menudo ocurre que necesitamos ciertos incentivos para salir de la cama por las mañanas. Habrá quién, dentro de su rutina, esté tan acostumbrado que no le pese para nada dar el salto de la cama a la vida real. También habrá quién, sea el día que sea, incluso si es fiesta, le cueste horrores arrastrarse de la cálida comodidad de las sábanas al exterior frío y hostil.

De forma paradójica, yo estoy en el grupo de los que cuándo tenemos un horario de clases o trabajo y cosas que hacer, me levanto de un salto: café, tostadas y ducha y ¡hop! ¿qué hay que hacer hoy?. Mientras que si estoy de vacaciones o simplemente mi horario es más flexible, me cuesta un poco más, sobretodo si carezco de incentivos.

Hoy el despertador ha tenido que sonar tres veces, el día prometía aburrido y monótono, un miércoles más, dentro de una semana, de un periodo, en la que todo el mundo se mueve y comienza cosas y yo simplemente continúo con mi pequeña rutina de estudiante autónoma. Pero, al igual que hay ocasiones en las que un par de pequeños detalles te hacen creer que tienes un mal día, hoy un par de detalles me han hecho comenzar el día con una sonrisa. Desayunar con mi padre y el periódico y una invitación a la piscina (la piscina es la excusa, lo que vale es el buen rato con las amigas) son mis incentivos de hoy.

¿Cuáles son los tuyos?

Por si aún no los habéis encontrado dejo aquí tres potenciales incentivos para los que les gusta empezar el día con energía, para los profundos y para los que simplemente están felices:





1 comentario:

  1. Grande...siempre hay incentivos, lo que pasa es que a veces se nos esconden, y hay que buscarlos con ahínco

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